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Radio haitiana domina la frontera: el síntoma invisible de un territorio en retirada

¿A quién le pertenece una tierra que ya no se oye?


Por: Abril Peña

El presidente de Indotel, Guido Gómez Mazara, advirtió sobre una realidad alarmante: en gran parte de la zona fronteriza con Haití, la presencia de emisoras dominicanas es prácticamente nula.

En su lugar, lo que se escucha —en las casas, en los colmados, en los carros, en las escuelas— es radio haitiana.

Sí, emisoras extranjeras dominan el aire… en territorio dominicano. Y no es un detalle técnico. Es un síntoma de algo más profundo.

Es la punta visible de un proceso silencioso pero contundente: el reemplazo cultural, comunicacional y simbólico en zonas donde cada vez viven menos dominicanos y más extranjeros.

¿Por qué esto importa?

Porque la radio, aunque muchos la den por vieja, sigue siendo el medio más accesible, cotidiano y constante en la vida rural.

Es la que informa, entretiene y educa. Es, en muchos casos, la única conexión con el resto del país.

Entonces, si un niño crece escuchando solo contenido extranjero…

Si un adolescente forma su visión del mundo desde otra lengua, otra historia, otra geografía…

Si una comunidad entera solo recibe señales radiales que no hablan ni de su cultura ni de sus valores nacionales…

¿A quién pertenecen simbólicamente esos territorios? Esto es un fenómeno que nadie ha querido mirar, las provincias fronterizas se están vaciando, ojo no es opinión: es dato.

Según el Ministerio de Economía, muchas familias dominicanas han migrado hacia la capital y otras zonas urbanas en busca de servicios, empleo o simple supervivencia.

Dato curioso quise utilizar el gráfico del Ministerio de Economía y Desarrollo, ya no está disponible en su página… casualidad ?

¿Quién se queda?

Una población cada vez más compuesta por extranjeros o descendientes de mezclas culturales, a los que en voz baja se les llama arrallanos.

Y no, no se trata de excluir a nadie. Se trata de entender que una nación no puede ceder su identidad por abandono.

Porque eso es lo que está ocurriendo: estamos dejando de estar presentes —en cuerpo, en instituciones y ahora también en el espectro radial. ¿Y cuál es el resultado? la pérdida de soberanía cultural: La creciente presencia de población extranjera y la falta de instituciones dominicanas pueden llevar a una pérdida de identidad cultural en la región.

Indotel dió la voz de alerta pero ¿Qué está haciendo?

Guido Gómez Mazara ha lanzado una alerta responsable. Está impulsando una mesa técnica para contrarrestar las interferencias haitianas y reestablecer la soberanía radiofónica en la frontera.

Pero no ha recibido a mi juicio la atención, que debería porque a juzgar por los números, ya no basta solo con intervenir el sector comunicaciones.

Quizás es porque la gente no ha entendido la magnitud del problema y los funcionarios menos o quizás porque preferimos seguir ignorando los bordes de este país que tanto nos cuesta mirar.

Un país que no se oye, deja de existir.

Perder la voz en una zona no es solo una falla de cobertura, es una cesión de territorio cultural, lingüístico, político y simbólico.

Si no hay contenido dominicano en esas comunidades, entonces no hay narrativa nacional. Y si no hay narrativa, no hay pertenencia y si no hay pertenencia, ¿qué queda?

A todo esto estamos actuando como si esta fuese la primera vez, la misma existencia de Haití es fruto precisamente del abandono de esa región, pero no vayamos tan lejos existe un precedentr mas cercano, uno que preferimos ignorar.

Trujillo ya tuvo que entregar 1,628 km² de territorio a Haití en 1936, el equivalente a más de la mitad de la provincia de Dajabón o al tamaño completo de San Cristóbal.

¿La razón? Se supone que fue por la matanza de 1937, pero no fue solo por eso, ssas zonas estaban ya haitianizadas en términos poblacionales y culturales.

Hoy, en conjunto, las provincias fronterizas concentran menos del 3.5% de la población total dominicana y todo parece indicar que seguirá disminuyendo por la migración hacia la grandes urbes o por otra razón aún más delicada… los nacimientos y lo podemos mostrar en cifras:

Durante 2024, se registraron 4,222 partos en hospitales públicos de las provincias fronterizas, de estos, 2,728 fueron de madres haitianas, lo que representa un 64.6% del total.

📊 Proporción de partos de madres haitianas por provincia:

  • Elías Piña: 72.5%
  • Pedernales: 61.1%
  • Dajabón: 56.7%
  • Independencia: 63.2%
  • Montecristi: 62.7%

 

En otras palabras: en la mayoría de estas provincias, más de la mitad de los nacimientos son de ciudadanos extranjeros o de descendencia binacional, una que no estamos enseñando a abrazar su dominicanidad ni en las aulas, ni en el arte, ni en el dial.

Terreno, control y presencia

En zonas como Anse-à-Pitres (frontera con Pedernales), Belladère (con Elías Piña) y Ouanaminthe (con Dajabón), la presencia haitiana si no supera equipes a la dominicana.

En muchas escuelas rurales, la mayoría de los estudiantes son haitianos o de doble nacionalidad, mientras los dominicanos han migrado hacia centros urbanos.

Algunos ayuntamientos fronterizos han reportado dificultades para mantener el control institucional, debido al crecimiento de comunidades extranjeras informales.

Estamos ante un éxodo silencioso, un fenómeno que se da en todas partes del mundo, peor que aquí preferimos olvidar.

Miles de dominicanos migran cada año hacia Santiago, Santo Domingo o San Cristóbal.

  • Los jóvenes se van por falta de oportunidades.
  • El campo pierde su fuerza laboral y capacidad productiva.
  • Muchos parajes quedan semivacíos o con personas mayores sin reemplazo generacional.

Ya para terminar y a riesgo de sonar repetitiva esta no es solo una crisis territorial, es una crisis de identidad nacional.

Porque un país no solo se defiende con tropas.

Se defiende con voz, con presencia, con cultura y con dignidad.

Y ahora mismo, en nuestras fronteras, estamos dejando de estar.

 

 

 

 

 


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