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Crisis de credibilidad


El caso de la red criminal que las autoridades dicen haber desarticulado ha puesto de manifiesto nuevamente, pero esta vez de manera más evidente y penosa, que el país y sus ciudadanos están desprotegidos frente a cualquier delincuente que logra operar libremente y crear un imperio mafioso a base de dinero mal habido.

De ahí que surjan un sinnúmero de preguntas que no tienen explicación, mientras la Procuraduría, la DNCD y la Policía parecen creer que la población es ingenua o incapaz de advertir cuándo se le subestima para ocultar verdades.

Por esa razón, Participación Ciudadana ha llegado a la conclusión, que SIN comparte plenamente, en el sentido de que solo la complicidad y el soborno pudieron permitir que César Emilio Peralta, alias César El Abusador, pudieron permitir que aquí operara durante 20 años un imperio criminal en completa impunidad.

¿Cómo es posible que esa “poderosa red criminal”, como lo ha calificado la Procuraduría, operara durante dos décadas como dueños y señores del país sin ser tocada y que las autoridades dominicanas solo se animaran a enfrentarla cuando medió la intervención de los Estados Unidos?

¿Quién puede creer y aceptar en su sano juicio que durante 20 años las autoridades supuestamente responsables en diferentes áreas de la seguridad nacional, la protección de los ciudadanos y el combate al crimen, desconocían la existencia de esta vasta operación delictiva que había creado toda una estructura para el narcotráfico y de negocios para encubrir sus actividades ilícitas?

Por este tipo de casos insólitos y ante el creciente descrédito y las dudas por la falta de una autoridad responsable y competente frente al crimen, el movimiento cívico Participación Ciudadana reclama una investigación independiente dirigida por expertos designados por Naciones Unidas, a fin de que se realice con transparencia.

¿Si cómo se sostiene, las autoridades conocían de esas operaciones y habían identificado a su principal cabecilla, que se movía con toda normalidad en diferentes ambientes sociales, por qué no lo tenían ubicado y no le siguieron sus pasos para detenerlo el mismo día, con el amplio despliegue de recursos y agentes utilizados para el desmantelamiento de la red?

Nadie logra explicar cómo entonces no pudo ser detenido y aún permanece prófugo, a menos que la manifiesta protección de que gozaba le haya puesto sobre aviso de lo que estaba en marcha para que se pusiera a buen resguardo.

Si estas y otras muchas preguntas sobre esta vergüenza nacional reciben como respuesta el silencio, la incertidumbre y desconfianza del país sobre sus autoridades será cada día más notoria e irrecuperable.

Ah y como un escándalo tapa o releva a otro, pues los abusos del “El Abusador” arrasaron con Odebrecht. Que siga la fiesta.

 

 


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