Santo Domingo.- El Jueves Santo es la fiesta cristiana que abre el llamado Triduo Pascual, período de tiempo en el que la liturgia cristiana católica conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
Este día constituye el momento central de la Semana Santa y del año litúrgico. En concreto, se celebra la institución de la Eucaristía en la Última Cena, el lavatorio de los pies y la oración en el huerto de Getsemaní.
Un día como hoy, Jesús de Nazaret cenó con sus 12 apóstoles para despedirse de ellos antes de su muerte y compartir el pan y el vino. Durante la cena, Jesucristo les anunció que uno de ellos le traicionaría. El traidor sería Judas Iscariote. También ahí predice la negación de Pedro.
“Es el mismo jueves de hace poco más de 2,000 años. El hecho principal de este día es la última cena de Jesús, cuando él decía enormemente he deseado tener esta cena con ustedes, esta celebración de Jueves Santo, la iglesia la actualiza en cada misa”, explicó a Diario Libre monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio.
En la mañana de este día, en todas las catedrales de cada diócesis, el obispo reúne a los sacerdotes en torno al altar y, en una misa solemne, llamada Misa Crismal, se consagran los santos óleos que servirán a lo largo del año para impartir los sacramentos de la Confirmación, la Unción de enfermos y la ordenación sacerdotal.
La constitución de la primera Eucaristía, uno de los siete sacramentos católicos, es el momento más destacado para los cristianos. Rememora el instante en que Jesús tomó el pan, lo partió y repartió entre sus discípulos diciendo: “Tomad y comed todos de él, porque este es mi cuerpo, que será entregado por vosotros”. Luego coge el cáliz con el vino y dice: “Tomad y bebed todos de él, porque este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados”.
La primera Eucaristía termina con Jesús diciendo: “Haced esto en conmemoración mía”, lo que la Iglesia Católica considera como la institución del Orden Sacerdotal, otro de los siete sacramentos.
En la misa vespertina, antes del ofertorio, el sacerdote celebrante toma una toalla y una bandeja con agua y lava los pies de doce varones, recordando el mismo gesto de Jesús con sus apóstoles en la Última Cena. Se interpreta como una acción de humildad de Jesús hacia sus discípulos.
Pedro es el único que le cuestiona el lavado de pies. “No me lavarás los pies jamás”, lo considera una humillación de su Señor hacia él. “Si no te lavo no tienes parte conmigo”, le responde Jesucristo, según los Evangelios. A lo que Pedro replicó: “Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza”.
El programa del Papa para este Jueves Santo incluye celebrar a media tarde la misa de la Cena del Señor en la cárcel de Paliano, a una hora en automóvil desde Roma. Allí lavará los pies a una docena de reclusas y reclusos especiales: sesenta y tantos delincuentes arrepentidos que colaboran con la justicia o bien enfermos de tuberculosis que reciben tratamiento en ese lugar de montaña.
Tras la Última Cena llega la oración en el huerto de Getsemaní. Jesús sale desde allí a rezar y pide a sus apóstoles que le acompañen. Pero todos van cayendo dormidos poco a poco.
En su agónica oración, Jesucristo dice: “Padre, si quieres, aparta de mí ese cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Después del rezo es prendido por un grupo comandado por Judas, quien le traiciona por 30 monedas de plata, tal y como había profetizado.
En ese momento Pedro corta la oreja derecha con su espada a un sirviente del Sumo Sacerdote, al que Jesús sana y pronuncia la conocida frase: “Quien a hierro mata, a hierro muere”.
“Es la noche en que apresan a Jesús y queda marcado por la traición de uno de sus discípulos, por el abandono de todos ellos, es una noche muy fuerte. Es un acontecimiento que nos marca”, precisó De la Rosa y Carpio.