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Dictadura de Nicolás Maduro


Por: Kelvy Tejada

Decia Miyamoto Musashi

«Si no seguís un auténtico camino hasta el final, una pequeña maldad al principio se convierte en una gran perversión.»

Lo que parecía color de rosas ha involucionado a color de hormigas en la República Bolivariana de Venezuela, ya que el heredero de Hugo Chávez y su utópica revolución, actualmente fuera de control; han convertido las calles de Caracas en centros de torturas y de ejecuciones en masas.

No entiendo como militares del pueblo maltratan a su propio pueblo; donde están sus familiares, amigos, conocidos víctimas inmisericorde de una administración fallida; una dirección que solo piensa en los enfrentamientos y no en las soluciones a las demandas de un pueblo roído incesantemente por las más profundas carencias.

La dictadura de Nicolas Maduro, es una dictadura estúpida, sin cerebro, sin capitán, sin capacidad de respuesta a un pueblo hambriento. Un pueblo que pide a gritos nuevas elecciones y le responden con una bomba lagrimogena en el rostro de señora de 58 años de manera premeditada y lleno de alegría.

Así como La República Popular Democrática de Corea es un peligro para el mundo así se debe considerar en las mismas condiciones a la República Bolivariana de Venezuela donde no se puede pensar diferente a Nicolas Maduro y sus esbirros. Basta de maltrato a un pueblo que sólo pide el retorno de la democracia y las libertades de las que disfrutaban sus ciudadanos, basta de permitir que se apresen opositores sin motivos, cerrando canales que lleven los acontecimientos reales, basta ya de permitir los atropellos al pueblo Bolivariano.

El sistema híbrido de dictadura electoralista que se agotó, luego que  la caída de los precios del petróleo,  la corrupción y la improductividad ínsitas al socialismo, hicieron incosteable el financiamiento de la política clientelar, y los votos empezaron a ser los de millones de personas hambrientas, enfermas y acosadas por el hampa política y común, decididas a sacudirse las mentiras.

Un grupo de senadores, comandados por Marco Rubio, promueven la aprobación de una ley de sanciones contra Venezuela que no sólo contempla el acorralamiento del gobierno del presidente Nicolás Maduro, sino el freno de las inversiones petroleras rusas en el país suramericano.

Los senadores que encabezan esta iniciativa jurídica son el republicano Marco Rubio, acérrimo crítico de la Revolución Bolivariana, y el demócrata Ben Cardin, integrante de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado. El resto de los integrantes son los republicanos John Cornyn y John McCain; y el demócrata Dick Durbin.

El proyecto de ley que será presentado contempla básicamente «hacer frente a la crisis» venezolana. El carozo de la norma prevé sanciones a funcionarios del gobierno bolivariano, contempla la solicitud de una intervención regional «para aliviar» la coyuntura, pide el envío de 10 millones de dólares en supuesta «ayuda humanitaria» y exige una intervención de la inteligencia norteamericana para investigar a las figuras prominentes del Ejecutivo, por el presunto vínculo en «corrupción y narcotráfico».

Sin embargo, en las calles de Caracas y de toda Venezuela, ha aparecido un  fenómeno nuevo: los manifestantes se presentan a las calles con la idea de plantarse frente a sus agresores, desafiarlos y asumir la pérdida en vidas humanas frente una ofensiva oficialista que, a pesar de mantenerse firme, está pagando unos costos políticos altísimos que ya se cobran internacionalmente y pronto serán reclamados y cancelados por todo el país.

Es sorprendente que se observan las actualizaciones de fuerzas mercenarias para maltratar a manifestantes, vemos con repudio las actividades represivas de militares Cubanos en territorio venezolano. El pueblo venezolano no puede seguir aportando los muertos de este proceso, en el arte de la guerra está claramente establecido que: «En un terreno desfavorable, urgiría a mis tropas a salir rápidamente de él.» Por ello, se hacen necesario coherenciar las estrategias.

Me despido en una frase del libertador de la República Bolivariana de Venezuela  Simón Bolivar «Maldito el soldado que apunta su arma contra su pueblo”.

 

 


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