Salud

Expertos afirman uso del bobo puede causar daños graves en la salud de los bebés


Puerto Rico.- Expertos de  la Escuela de Medicina Dental en Puerto Rico, afirman que el uso constante del bobo  puede provocar daños en la salud de los bebés, ya que afecta el amamantamiento porque el modo como el niño chupa el bobo es diferente al que usa para amamantar, es más sencillo y menos fuerte, requiere que haga menos esfuerzo y cuando amamanta, muchas veces rechazan el pecho porque se les hace más difícil”, afirma la patóloga del habla Kenia Morales, quien amamantó a su hija por año y medio.

Cuenta la especialista en terapia oromotora e integración sensorial, que tentaciones no le faltaron para ofrecerle bobo a la niña. “Mucha gente me decía que le diera bobo cuando llorara y yo lo que hacía era usar movimientos vestibulares, como los de hamaca, moverla en brazo de lado a lado para que no llorara”, revela en entrevista con Primera Hora para analizar las consecuencias del chupete.

Chupar o succionar es un movimiento primitivo, instintivo y esencial para la vida de los mamíferos pues es el que permite a recién nacidos amamantar. Ese sistema de alimentación natural facilita el apego entre cría y madre, y tiene a su vez un efecto psicológico pues le produce sensaciones de tranquilidad, seguridad y afecto a bebé. Por eso chupar es un reflejo tan fuerte que a veces parece insaciable. Es precisamente ante el desespero de madres e hijos que en algunos casos el chupete llega al rescate y puede proveer en cierta medida mayor calidad de vida para ambos.

La doctora Elaine Pagán, dentista del Estado, reconoce eso, pero hace unas claras advertencias. “El uso de bobo en cualquier bebé podría aumentar el riesgo de cambios a nivel orofacial, músculoesqueletal, en la salud oral y aumentar el riesgo de desarrollar ciertas infecciones si no se practica higiene adecuada”, enumera la odontóloga pediatra, que también es Decana de Estudiantes en la Escuela de Medicina Dental de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Recinto de Ciencias Médicas.

Explica que los gremios de especialistas como la Academia Americana de Odontología Pediátrica no recomiendan usar bobos, pero teniendo claro que debe haber un balance, ella como especialista maternoinfantil incluye en sus diagnósticos una evaluación holística. “Como estos son hábitos bien arraigados en nuestra cultura, que el niño use bobo y bibí, depende de lo que vaya viendo tomo medidas, con la meta a corto largo plazo, de que el niño pueda dejarlo. Opto por hacer un análisis, no solo de si chupa o no, sino de la intensidad. Es importante que preguntemos el tipo de bobo que utiliza, cuándo lo utiliza, si lo chupa solo para quedarse dormido, mientras duerme, si lo tiene todo el tiempo, si es solo para calmarlo. Hay bebés que lo chupan con una intensidad que causa daños más significativos que otros”, distingue.

Se recomienda que la primera visita al dentista sea antes de que aparezca el primer diente, lo que suele ocurrir aproximadamente a los seis meses de nacido. El examen físico, según Pagán, debe incluir observar si hay presencia de hongo (cándida), paladar profundo, mordida abierta o mordida cruzada. El hongo se manifiesta en forma de manchas blancas o rojizas dentro y fuera de la boca que no desaparecen al frotar cuidadosamente las superficies con una gasa.

La mordida abierta se manifiesta cuando los infantes ya tienen sus dientes frontales y se observa una separación marcada, casi siempre circular. La mordida cruzada, que se puede observar más cuando están las primeras muelas, existe cuando la relación de los dientes de arriba con los de abajo se invierte.

Según los niños crecen se presenta el riesgo de que desarrollen caries, sobre todo si la higiene es pobre y si hay prácticas como untar el bobo con sustancias como miel.

¿Qué tiene que ver el bobo con el oído?

 El oído medio, que es donde se producen las infecciones de oído, tiene un tubito que lo conecta a un área cerca de la nariz que es la nasofaringe. Ese tubito tiene dos funciones principales: drenar para que no haya líquido en el oído, y ecualizar las presiones. Cuando uno va en un avión que dicen ‘mastica chicle’ es para mantener ese tubo de Eustaquio abriendo y cerrando para que no dé dolor de oído.

Cuando ese abrir y cerrar del tubo de Eustaquio es constante por el uso del bobo, es más probable que bacterias, virus y hongos presentes en la boca lleguen al oído medio. La audióloga recuerda que cuando niños y niñas asisten a centros de cuido suelen compartir juguetes y hasta los bobos, por lo que la proliferación de enfermedades es mayor. Además, con estas vienen las prescripciones de medicamentos y antibióticos, lo que supone un costo al bolsillo y aumenta la amenaza a la salud a causa de efectos secundarios.

Mejor sin él

Evita usar bobo para no interferir con el inicio de la lactancia de tu bebé; para calmar su llanto, verifica primero que no tenga hambre, frío, calor, el pañal mojado o algo que le moleste, y mécelo, ya sea cargándolo en brazos, en una cuna, una hamaca, una silla o cualquier otro lugar seguro.

En caso de usar bobo, asegúrate de que no tenga materiales tóxicos, demasiado duros, que no sea muy grande para el tamaño de la boca de bebé y cámbielo frecuentemente para prevenir infecciones. Mantén una buena higiene del bobo (siguiendo las indicaciones del fabricante), así como de la boca de bebé (haciendo suaves movimientos circulares con una gasa estéril).

Usa el bobo solo cuando sea estrictamente necesario, y preferiblemente retíralo tan pronto bebé se calme o se duerma, de esa forma evitarás que desarrolle hábito y enfermedades como candidiasis, otitis media y caries dental.

 

 

 


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