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Expresidente de Colombia Álvaro Uribe defiende postura conservadora en la lucha contra las drogas


Colombia.-El expresidente y senador Álvaro Uribe, uno de los políticos más poderosos de Colombia, fue el congresista más votado en las elecciones legislativas de este domingo, en parte por sus promesas de defender la postura más conservadora en la lucha contra la drogas.

Durante su campaña, Uribe repitió que había que acabar con la “dosis personal” de consumo que la Corte Constitucional colombiana permitió en 1994. “Cero corrupción, cero dosis personal”, dijo el 26 de febrero y volvió a repetirlo el 2 de marzo: “Un país seguro, sin narcotráfico, sin dosis personal”.

Su postura no es nueva para quienes lo siguen: cuando fue presidente de 2002 a 2010, intentó volver a penalizar el consumo personal varias veces; después de ser elegido senador en 2014, se opuso a las reformas en política de drogas incluidas en el acuerdo de paz con las Farc; a la suspensión de la fumigación aérea de cultivos de coca y, en general, al discurso reformista del gobierno de Juan Manuel Santos frente a las drogas.

Pero su pasado sí parece nuevo. Aunque Uribe se ufana de haber sido siempre uno de los grandes defensores del enfoque de mano dura, hubo un momento en el que llegó a sugerir la despenalización de las drogas, en la época de los grandes carteles, cuando era senador por el Partido Liberal.

Fue la noche del 14 diciembre de 1989, al final de uno de los años más violentos en Colombia: Pablo Escobar había asesinado al candidato presidencial Luis Carlos Galán, atacó con bombas al servicio de inteligencia DAS, y al diario El Espectador. Ante la posibilidad de ser extraditado a Estados Unidos por narcotráfico, Escobar lideraba una guerra contra el Estado junto a un grupo de narcos llamados Los Extraditables.

Esa noche, en el Capitolio, los senadores debatían una polémica inclusión a una reforma constitucional, según se puede leer en la gaceta del congreso. Esta proponía un referendo para que los colombianos votaran si estaban de acuerdo o no con la extradición de narcotraficantes a Estados Unidos. La propuesta, apoyada por varios congresistas como Mario Uribe (primo del expresidente), era considerada un “narco-mico”; es decir, una iniciativa que respondería a los intereses del mismo Escobar, quien podía llegar a ejercer violencia para condicionar el voto de los ciudadanos.

El senador Álvaro Uribe pidió entonces la palabra y solicitó a sus colegas que escucharan sus argumentos a favor del referendo, al que defendió, pero con la propuesta de cambiar la fecha para evitar que coincidiera con otras elecciones en el país. “He creído que esta proposición es responsable”, dijo. “No suscita aplausos inmediatos ni alcanza a impactar el delirio colectivo”. Pero el joven Uribe fue más allá.

“Yo no creo que la extradición sea una estrategia efectiva”, continuó. “Pero por qué no buscar soluciones imaginativas, honorables senadores”, dijo Uribe, y habló a favor de políticos italianos e incluso del exsecretario de Estado de Ronald Reagan, George Shultz, y del profesor Milton Friedman, el nobel de economía que se opuso a la penalización de las drogas desde los setenta. “Todos ellos están dando argumentos a favor de la despenalización para acabar con el narcotráfico como negocio criminal”, señaló Uribe.

Tan solo tres meses antes, en septiembre de 1989, Friedman había publicado una columna en el Wall Street Journal en la que criticaba fuertemente la política prohibicionista de George H. W. Bush. “Colombia, Bolivia y Perú no estarían sufriendo el narcoterrorismo”, sostuvo el economista estadounidense e insistió que era el momento de despenalizar las drogas. El mismo año, Shultz se pronunció también en contra de la criminalización.

De ese modo, a finales de 1989, Álvaro Uribe terminó defendiendo uno de los enfoques que hoy se consideran más innovadores y efectivos para luchar contra el narcotráfico por aquellos que dicen que la prohibición ha sido una estrategia fallida. Si en las últimas dos décadas varios expresidentes latinoamericanos —desde el mexicano Ernesto Zedillo hasta el brasileño Fernando Henrique Cardoso— evolucionaron desde un enfoque prohibicionista a uno más liberal, Uribe hizo el camino inverso.

Aquella noche, el entonces ministro de Gobierno Lemos Simmonds pidió a los congresistas que “no se conviertan en cómplices del narcotráfico”, y dijo que la propuesta de incluir la extradición de los narcotraficantes en un referendo era “una vergüenza, una monstruosidad”.

Han pasado 28 años y del Uribe de esa noche no quedó ni la sombra. En una carta que envió a la revista Semana en enero de este año, el exmandatario habla de la propuesta del 89 como un “mico” (es decir, como le decían sus críticos). Pero no recuerda nada de su defensa a favor de la despenalización y en contra de la extradición de narcos a Estados Unidos.

Ni el exmandatario ni su oficina de prensa ni su partido respondieron a los distintos intentos por obtener una declaración sobre el rol de Uribe en la sesión del 14 de diciembre de 1989.


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