Por: Salvador Holguín
Los líderes políticos tienen que saber y entender que en la política como en la vida nada es para siempre, que hay que retirarse con honores y dejar un legado a la sociedad a través de sucesores, entendiendo cuándo y cómo deben hacerlo, sin tener que esperar hacer el ridículo o que se le haga demasiado tarde.
Para salirnos un poco del patio podemos citar algunos casos tales como el del fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien forzado por avisos de muerte le dio paso a Nicolás Maduro, otro es Álvaro Uribe en Colombia con Juan Manuel Santos, a pesar de que lo traicionó después de que fue él quien lo llevó al poder, cosas que son propia de las sociedades y los políticos no están exento de ellas, también Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil con Dilma Rousseff, aunque no se puede comparar con Santos y su deslealtad a Uribe, el proceso no le ha salido del todo bien a Lula pero aún así hizo lo correcto, estando en la cresta de su popularidad no modificó la Constitución y le dio paso a su sucesora Dilma, entendiendo su rol histórico, lo que no razonó el expresidente Hipólito Mejía en el 2004.
El expresidente profesor Juan Bosch hizo lo que todo líder político debe hacer cuando las coyunturas no le son favorables, que es darle paso a una nueva generación como aconteció en 1996 con Leonel Fernández a través del frente «patriótico» entre él y el presidente Joaquín Balaguer, claro que lo menos que les movía a ambos era el patriotismo, mas bien cerrarle el paso al doctor José Francisco Peña Gómez, que era una amenaza para ambos líderes y sus partidos PRSC y PLD, por las diferencias antagónicas que tenían.
Con el expresidente Hipólito Mejía Domínguez hay una situación para preocuparse porque tiene referentes muy nefastos de sus compañeros, por lo que debe romper con esas malas rachas, como por ejemplo su padre político el presidente Don Antonio Guzmán Fernández, quien no resistió los embates de sus acompañantes en su gobierno y tuvo que suicidarse, no le pudo dar paso al Dr. Jorge Blanco, el cual tampoco entendió su rol histórico y prefirió entregarle la antorcha de la presidencia al Dr. Joaquín Balaguer y no a Jacobo Majluta que era lo que procedía en ese momento, finalmente terminó aniquilado políticamente y asesinado moralmente por el doctor.
A Hipólito Mejía Dios le ha dado la oportunidad de reivindicarse con la historia después de haber cometido aquel error anti histórico, cuando de forma imprudente impuso una reelección “a trocha y mocha” en el 2004 sin importar las consecuencias, y luego fue candidato en el 2012 donde “ganó las elecciones” pero no cobró, debido a las torpezas cometidas y los frentes oligárquicos que se abrió, ahora Don Hipólito debe concentrarse en concluir su carrera política como los grandes líderes, dando paso a una nueva generación, orientándolos para que ellos no comentan los mismos errores que él cometió y dejarle al país y a la familia perremeísta-perredeísta un legado con el cual lo recuerden para siempre y sea un referente en el país, usted tiene la última palabra líder, ahora o nunca.