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¿Invasión haitiana o corrupción migratoria?


Por: Luis Eduardo Montero

Una vez más regresa a los escenarios de la opinión pública el histórico y debatido tema haitiano. El tema que mueve los cocos de la mata bilateral, el tema que naturalmente genera una ola de opiniones con argumentos diversos, pero llegando a la construcción  de un argumento nacional, si se quiere, el cual infiere en la idea de que nuestro país es víctima de la entrada masiva de cientos de nacionales haitianos, llegando incluso a la afirmación de que se trata de una inminente «invasión».

Pero pregunto, ¿es correcto calificarla solo como una invasión pura y simple, al margen de los mecanismos y formas que ellos (los haitianos) utilizan para poder cruzar la frontera dominico-haitiana?

Es evidente que el actual sesgo nacionalista solo enfoca la simple entrada de estos indocumentados, queriendo ignorar las mafias y los oscuros negocios que se realizan en la frontera a plena luz del día, y ni se diga de las cosas que pasan con los que logran penetrar y expandirse en nuestro territorio.

Humildemente, creo que no se trata de una simple «invasión» (cuidando la semántica de dicho término), estamos frente a un mar de personas que padece una irritante y paupérrima condición económica, que sufre los embates de la miseria, que es víctima de la corrupción e irresponsabilidad de su Estado. Y ojo, con esto no quiero justificar la entrada ilegal de esos extranjeros, ni de ningún otro; solo me embarco en la tesis de que «la inmigración es una reacción de supervivencia y/o conservación viva», todos los seres vivos emigran para poder sobrevivir ante determinadas situaciones o condiciones que surgen en su entorno, las cuales amenazan su bienestar.

No obstante, los que deben fijar y respetar sus preceptos migratorios son aquellos lugares  que han sido «el blanco de los inmigrantes». Cada país es responsable de su frontera (los que la tienen), es a ellos que les pertenece el soberano derecho de poner las reglas del juego migratorio.

Amigos lectores, es importante que sepan que la corrupción es el común denominador de la entrada incontrolable de nacionales haitianos a nuestro país; esa corrupción comienza en la frontera con los guardias  y termina en manos de muchos empresarios que aprovechan la situación de miseria que padecen estos extranjeros, para  ponerlos a trabajar en el sector construcción sin ningún tipo de regulación ni orden legal.

Mientras más irregulares sean los «morenos»  mucho mejor, así es mucho más fácil abusar de ellos y robarle su seguridad social. Esa es la inocultable realidad de los haitianos que habitan nuestro país de forma irregular.

El asunto es que queremos tildar o calificar de «simple invasión» (chivo expiatorio) a los razonables resultados de una cultura de corrupción que pone en un segundo plano la soberanía nacional, y que además tira al zafacón la heroicidad de nuestros padres fundadores.

Entonces, ¿es una invasión pura y simple o es una mafiosa práctica corruptora a nivel nacional?

Creo que es la segunda proposición.

Esa práctica corrupta es aprovechada y capitalizada por seres humanos en absoluta miseria y con ganas de seguir viviendo y que afortunadamente tienen de frente a un vecino país sin capacidad de dirección.


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