El Leicester City inglés, el club que de la mano de Claudio Ranieri y con un presupuesto de 55 millones de euros logró obtener el título de la Premier League en 2016 -una competición valorada en 4.910 millones-, ha resultado desde entonces en un fenómeno deportivo digno de estudio.
No solo por su gesta, tan inesperada como para que una casa de apuestas acordara un pacto con un aficionado soñador que habría reventado la banca -se embolsó 72.000 libras (93.000 euros) aunque el premio final hubiera alcanzado los 323.000 euros-, sino porque la trayectoria del inesperado campeón en la siguiente temporada está viviendo una suerte de capítulos completamente variables.
Tras un inicio de liga irregular que pronto situó al equipo en la lucha por evitar el descenso las aguas parecen haberse relajado esta primavera.