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Leonel: De escuela pública a referente de prestigio internacional


Por: Franklin Rodríguez

En el ejercicio de la política existen ciertas constantes que resisten el pasar del tiempo sin importar época, contexto o lugar en que son puestas a prueba. Una de ellas es la inolvidable advertencia del Prof. Juan Bosch, sobre la dependencia que tiene la política local de la salud macroeconómica, al reflexionar que: “Si la economía va bien, la política va bien; si la economía va mal, la política va mal”.

A su vez existe otra premisa, en cierta forma irrefutable, la cual infiere que “la política siempre es local”, una aseveración del teórico estadounidense Tip O’Neill, el cual argumenta que, a fin de cuentas, el éxito o no de un actor o agrupación política, dependerá exclusivamente de su capacidad para interpretar las problemáticas nacionales y plantear soluciones a las mismas. En la praxis, ejemplos de estas tesis pueden observarse en acontecimientos como el Brexit, la elección de Trump y el auge de la extrema derecha en parte de Europa Central.

De hecho, en los últimos años se ha palpado una inquietante tendencia del electorado, consistente en no valorar la realidad más allá de sus fronteras a la hora de ejercer su derecho al voto, instinto que va en contrasentido de la creciente dependencia de la política local al devenir internacional. Esto hace que los ciudadanos sean víctimas de propuestas populistas, al tiempo que menosprecian a aquellos liderazgos con sentido de historia.

En efecto, existe una necesidad imperante dentro de nuestras sociedades de contar con estadistas experimentados, que puedan interpretar proactivamente los fenómenos geopolíticos, a fin de sortear los desafíos propios de nuestros tiempos. Es aquí donde nos viene a la mente las palabras del buen amigo y líder Leonel Fernández, quien en medio de uno de esos nutridos diálogos que sostenemos sobre el panorama global, precisó: “el análisis político e internacional es lo que da sentido a ser parte de un proyecto histórico”.

Hoy en día en la República Dominicana podemos palpar en gran medida la huella positiva del presidente Fernández, las cuales han quedado plasmadas a través de acertadas medidas que sentaron las bases para un desarrollo exponencial, que posiciona el crecimiento de nuestro país entre los primeros de la región. Ese desarrollo al que hacemos alusión comenzó en 1996, de la mano de ese valioso estadista, quien siendo un digno producto de escuela pública (¡Louis D. Brandeis high school! Manhattan) y universidad Estatal, hoy se perfila como un digno referente de concertación y prestigio internacional.

Ciertamente fue bajo los gobiernos del PLD, encabezados por el presidente Leonel Fernández, donde se conjugaron por primera vez en nuestro país el desarrollo y crecimiento económico bajo un auténtico régimen democrático, donde prima la justicia social y el Estado de derecho. Sin embargo, ese legado que comenzaba a perfilarse en aquellos años no se limitó a los 48,442 km2 que comprende el territorio nacional, sino que se proyectó más allá de nuestras fronteras físicas, para constituirse en nuestra mejor carta de presentación.

Es incuestionable su rol como pieza clave de procesos de diálogo, círculos de pensamiento, foros internacionales, observación de certámenes electorales, y su defensa del “Latinoamericanismo” como sentido de identidad e integración regional. Por ello, es nuestra intención hacer un breve recorrido por la impronta en materia exterior del presidente Fernández, a modo de valorar los aportes en el fortalecimiento de nuestra imagen internacional.

Comencemos por indicar que fue a partir del gobierno 1996-2000 donde se produjo un relanzamiento de nuestra política exterior, mejorando la imagen internacional del país ante las principales potencias y organismos multilaterales, al tiempo que propició un acercamiento con las naciones del CARICOM y Haití. A su vez, restableció las relaciones con Cuba, logró un Tratado de Libre Comercio con Centroamérica, la Presidencia de la ACP y consiguió que se admitiera el ingreso del país en el Grupo Río.

Para el segundo mandato, logró conseguir un récord de crecimiento económico de 9.3% y 10.7% del PIB, entre los años 2005 y 2006 respectivamente, bonanza que se gestó de la mano con una estabilidad macroeconómica que se mantuvo a pesar del estallido de la última Crisis Económica Mundial. Durante esa gestión, el país también entró al selecto club de naciones con sistema ferroviario de transporte (metro de Santo Domingo), pasando a ser uno de los 8 países latinoamericanos con este recurso.

Por si fuera poco, se logró el acuerdo de Petrocaribe, logrando sortear la volatilidad de los precios del crudo a nivel internacional, al tiempo que jugó un papel estelar durante la XX Cumbre del Grupo Río, donde logró un entendimiento entre los presidentes Álvaro Uribe (Colombia), Rafael Correa (Ecuador) y Hugo Chávez (Venezuela). En ese mismo orden, fue el responsable de la salida consensuada a la crisis que se presentó en Honduras tras la destitución de Manuel Zelaya.

Es en ese lapso de tiempo donde tras el terremoto de Haití, la República Dominicana demostró su liderazgo regional y gran solidaridad para con la vecina nación, llegando el presidente a proponer que los recursos de la deuda de América Latina y el Caribe con el Club de París, fueran destinados a un fondo especial para la reconstrucción de Haití. Semanas más tarde se daba a conocer la obra Cumbre del mandatario, producto del más democrático y participativo proceso de diálogo a nivel nacional, que resultó en la Constitución del 26 de enero del 2010.

Dirigiendo nueva vez su visión hacia el convulso panorama internacional, fue de los primeros mandatarios en el mundo en denunciar abiertamente la falta de regulación de los mercados a futuro, usando para ello la 66va. Asamblea General de la ONU.

Desde el 2012, Leonel Fernández fue electo presidente del Consejo de Relaciones Árabes, Latinoamericanas y del Caribe (CARLAC); miembro del Consejo de Líderes de la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de la ONU; presidente de la Fundación Unión Europea-América Latina y el Caribe (Fundación EU-LAC); representante especial de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) para las elecciones y posterior diálogo en Venezuela; jefe de misión para observar el proceso de referendo en Bolivia, de las elecciones del 2017 en Ecuador y ahora, para las próximas elecciones en México.

Actualmente volvemos a encontrarnos ante un escenario apremiante en el ámbito internacional, toda vez que las particularidades del mismo tarde o temprano prometen surtir sus efectos sobre nuestra nación. Ya advertía Barack Obama en uno de sus últimos discursos, que los tiempos demandan de las personas más experimentadas, donde al igual que esperamos del piloto cuando viajamos y del cirujano cuando nos operamos, nuestras naciones también cuenten con estadistas de probada experiencia para adelantarse a los hechos.

Sin lugar a dudas, Leonel sigue siendo nuestro mejor prospecto.


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