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ONU asevera más del tercio de la población vive desconectada de Internet


EE.UU.- La Organización de las Naciones Unidas asegura que más de un tercio de la población vive desconectada de Internet, es más: casi 3.000 millones de personas nunca ha estado online. ¿En qué lugares y por qué se produce esta brecha digital? ¿Existen propuestas para frenar esta desconexión en territorios como estos?

Según un nuevo informe realizado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) de la ONU, el 37% de la población a nivel mundial no cuenta con acceso o nunca ha usado Internet, lo que se traduce en cerca de 2.900 millones de personas.

El estudio deja claro quiénes son los usuarios que tienen escaso o nulo acceso a Internet: casi la totalidad de las personas excluidas -el 96% de los 2.900 millones- viven en países en vías de desarrollo. Casi tres cuartas partes de las personas nunca han estado online en los 46 estados menos desarrollados del mundo.

“Sigue habiendo un gran ‘abismo de conectividad’ en los países en desarrollo, donde casi tres cuartas partes de las personas nunca se han conectado a Internet”, dijo la directora de la UIT, Doreen Bogdan-Martin, en un comunicado.

Las zonas rurales también afectan: el 76% de las personas en áreas urbanas de todo el mundo usan Internet, contra un 39% de los habitantes de dichas áreas. Los jóvenes, los hombres y los habitantes de las zonas urbanas tienen más probabilidades de utilizar Internet que los adultos mayores, las mujeres y los habitantes de las zonas rurales, y la brecha de género es más pronunciada en los países en desarrollo.

La pobreza, el analfabetismo, el acceso limitado a la electricidad y la falta de habilidades digitales continuaron desafiando a los “excluidos digitalmente”, agregó la UIT.

Crece la conexión por la crisis sanitaria, pero de forma precaria

La investigación señala un aumento de 4.100 millones en 2019 a 4.900 millones de usuarios conectados en 2021, algo que explican por la aparición de la crisis sanitaria y el fuerte impulso de la conectividad en este tiempo. Los encierros en casa, el teletrabajo, las clases virtuales o el aumento de comercio y trámites online han facilitado que cerca del 10% de la población se haya unido al grupo de conectados.

Sin embargo, esos ‘privilegiados’ tanto de los países en vías de desarrollo como de las zonas rurales que ahora sí pueden acceder a Internet suelen hacerlo con dispositivos que comparten con otros y/o solo pueden tener baja velocidad.

“La UIT trabajará para asegurarse de que los componentes básicos estén en su lugar para conectar los 2.900 millones restantes. Estamos decididos a asegurarnos de que nadie se quede atrás”, dijo el secretario general de la UIT, Houlin Zhao.

¿Existen soluciones para cerrar esta brecha digital?

No son pocas las alternativas que se están poniendo en práctica para tratar de ofrecer conexión a Internet en zonas más despobladas, más rurales o más inaccesible. Y normalmente detrás están grandes empresas tecnológicas.

Algunos ejemplos de las megacorporaciones que han apostado por este negocio son Amazon y su constelación de satélites Proyecto Kuiper; Alphabet, la multinacional que mueve Google, y su Project Taara basado en comunicaciones inalámbricas ópticas; Meta -la recién rebautizada Facebook-, que tiene una ambiciosa cartera de ideas en marcha que incluye cables submarinos, un robot instalador que se mueve por las líneas eléctricas y un sistema inalámbrico que usa el mobiliario urbano para dar alta velocidad; y, por último, la red satelital ya en funcionamiento Starlink, impulsada por el gigante de la industria aeroespacial SpaceX.

El problema, quizá, es que todos ellos lo han visto precisamente como eso: como un negocio del que sacar rentabilidad. Por lo que sus iniciativas poco pueden ayudar en la brecha digital que sufren los países en vías de desarrollo, en gran parte fomentada por la pobreza de estos lugares.

Sí que es cierto que los proyectos de estas compañías ayudan en lo que a infraestructura se refiere. Por ejemplo, uno de los que más avanzados está es el del magnate Elon Musk. Starlink es la primera red de satélites de órbita terrestre baja -LEO, por sus siglas en inglés- operativa para ofrecer Internet. Actualmente, SpaceX ha puesto en los cielos, a una altitud de 550 kilómetros, más de 1.800 de estos aparatos para construir su cobertura global. Y pretende llegar a los 42.000.

Según datos ofrecidos por la propia compañía de Musk, en estos momentos Starlink da servicio a unos 140.000 usuarios en 20 países, aunque afirman haber recibido más de 750.000 “peticiones/depósitos” a nivel mundial. Ha sido la escasez de silicio relacionada con la crisis sanitaria la que ha retrasado la producción -especialmente de las antenas necesarias para que funcione la conexión- y ha afectado a su capacidad para cumplir con dichos pedidos.

El propio Musk dijo en el Mobile World Congress el 29 de junio que construir sus antenas cuesta más de 1.000 dólares. Si bien su objetivo es reducirlo a alrededor de 250 o 300 dólares.

Los altos costes de producción se traducen, como era de esperar, en altos costes de suscripción: las antenas que se deben instalar para disfrutar del servicio satelital en su fase beta cuestan 449 euros, más los 60 euros de gastos de envío de las mismas, a lo que se deben sumar los 99 euros mensuales por disfrutar de Starlink.

¿Cómo sería posible que una tecnología de tan alto coste sea la solución a la falta de conexión de los territorios más pobres del mundo?

La propia SpaceX ha asegurado que espera llevar Internet por satélite de alta velocidad a muchas de los 2.900 millones de personas de este planeta que actualmente no tienen acceso a la red o lo tienen muy escaso. Muchos ciudadanos simplemente se las arreglan con las conexiones móviles, una solución costosa por sí sola -un gigabit de datos en África subsahariana cuesta el 40% del salario mensual promedio-.

Lamentablemente, no está claro si Starlink realmente puede resolver este gran problema. En una conferencia en junio, Musk afirmó: “Realmente está destinado a regiones escasamente pobladas. En áreas de alta densidad, podremos atender a un número limitado de clientes”. Y muchos ciudadanos rurales del mundo quedarán excluidos por no poder pagarlo.


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