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#OPINIÓN: Un Reto: construir la paz


Por: Julián Padilla

Hay un versículo de la biblia que dice claramente: apártate del mal, haz el bien, busca la paz y síguela. Evidentemente cuando estamos imbuidos actuando de mala manera, obrando el mal, con actividades inicuas, la paz se esfuma. Solo en la mente de un sicópata puede mantenerse la paz a sabiendas de que estamos haciendo lo mal hecho, de que estamos dañando a otras personas. Por eso el apartarse del mal es el inicio para la construcción de la paz personal, que sumada a la colectividad implica la construcción de la paz social. Pero para podernos apartar del mal, tendríamos que estar conscientes.

Saber qué es lo bueno, saber qué es lo malo. Saber por qué lo que hacemos es obrar maldad y cuales conductas debemos deponer. Sin embargo, por debajo de todo esto están los paradigmas. Esos pensamientos que condicionan nuestro comportamiento. Y muchas veces esas emociones que nos empujan a actuar de determinada manera. Hacer el bien es la contrapartida de la moneda que nos invita a construir la paz. Cuando hacemos el bien la tranquilidad invade nuestro corazón. Se aquieta nuestro espíritu. Llega la paz. Pero surge la misma inquietud: ¿Y qué es el bien?

Viviendo en una sociedad profundamente dañada y corrompida donde se han acumulado tantos abusos y donde sobrevivir hace que muchos violenten la paz social, crea las condiciones para una respuesta de cada persona agraviada o abusada. Se ha demostrado que una respuesta ante la agresión natural es: luchar o huir. Y en la fase de lucha se pueden asumir diferentes posturas, roles y estrategias. Podría producirse una confrontación directa con el agresor como respuesta física al abuso. Pero también la utilización de los canales formales de la judicialización del hecho, si es un hecho punible.

Sin embargo, las garantías de ser resarcido adecuadamente ante las agresiones en una sociedad cada vez más injusta son muy bajas y deja otro camino francamente abierto: el hacer justicia con sus propias manos. De esta postura surgen varias alternativas entre las cuales se encuentran las protestas, los disturbios callejeros y en su punto más decisivo la desobediencia civil. Construir la paz y seguirla hace entonces un llamado paradigmático a la consciencia, que implica acomodar muchas fichas en el tablero y dar garantías reales para que las personas civilizadas descansen. Busca la paz y síguela es por eso un gran reto personal y social que nos invita a participar activamente para el reordenamiento de la comunidad.

Un aprendizaje colectivo inducido por líderes para el bien, será lo que finalmente traerá ese camino de paz que tanto necesita la nación y entonces lograr la unidad de propósito y la armonía para el progreso. Enfrentar al enemigo común que atenta contra la paz: la ignorancia, solo puede ser combatida con información veraz, oportuna y con educación de calidad en igualdad de condiciones.

El hacer dinero a toda costa devora los caminos de la paz diariamente. La gente por sobrevivir no toma en cuenta que los demás existen y que también tienen derechos. El lograr los propios objetivos coloca unas anti ojeras y se constituye por norma el sálvese quien pueda. Una aplicación cotidiana de la ley de la selva. Donde siempre el más fuerte se come al más débil. Donde abundan y se profundizan los abusos de poder y lograr por ende la paz puede parecer algo utópico. Sin embargo, luce ser el único camino aceptable que nos aleja de la autodestrucción como personas y como sociedad.


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