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Pareja estable, hijos Sanos


Por: Virginia Pardilla

Los hijos son una de las mayores responsabilidades que asumimos, sobre todo por la inalienable dependencia que tienen de nosotros como padres desde su nacimiento, no sólo en lo relacionado a la seguridad física, sino también en la emocional.

El afecto, la paz y la armonía son importantes para todos, mucho más para nuestros hijos en su proceso de formación. Los patrones de relaciones personales y los hábitos sociales de los que el menor es testigo, tienden a ser pautas que repite en la vida adulta. De allí la importancia de mantener una vida de pareja estable, que haga presente el amor, el entendimiento y la comprensión.

La mejor manera de enseñar a sus hijos a amar es dando el ejemplo, a través de manifestaciones de amor, No sólo besar y abrazarlos a ellos sino también besar y abrazar a la pareja. Cuando los padres se expresan su amor, son felices ellos mismos y hacen a sus hijos felices. Nuestros hijos tienen el derecho y merecen sentirse amados; el amor no es negociable y no se lo debemos negar nunca.

Además de las manifestaciones físicas del amor, hay otras igual de importantes, que son aquellas que comunicamos a través de nuestro comportamiento. Una de las más fructíferas, es la conducta basada en el perdón, la tolerancia y la comprensión, pues el amor no puede ser vivido sólo como un sentimiento, sino que debe reflejarse en las obras, de manera especial en el trato y el estilo de comunicación que se establece como hábito en la familia.

No es de extrañar que el ejemplo familiar empiece en el modelo de la pareja, por eso es esencial detenernos en este punto. Unas de las recetas básicas para mantener una vida de pareja equilibrada es tener metas y sueños en común, esto llevará la pareja a proyectarse y trabajar bajo un mismo ideal, un segundo ingrediente importante para establecer una pareja sólida es ser amigos; mantener un clima de amistad y de complicidad los llevará a solidificar la relación. Si seguimos agregando ingredientes a esta lista, no podemos dejar de mencionar el efecto positivo de una satisfactoria relación sexual.

Los padres seguirán siendo los padres de sus hijos independientemente de una separación, y cada padre debe cumplir su rol y aunque se divorcien a nivel emocional, nunca se disuelve la díada parental.

Tanto si viven juntos como si deciden separarse, frente a los hijos no es recomendable que la pareja discuta o ventile diferencias que son privadas de la relación de pareja, pues los niños tienen una percepción muy aguda y cualquier clima o fricción que supere el nivel de estrés que su edad les permite manejar, puede influenciar negativamente en sus emociones y seguridad.

Puede ser normal que ambos padres tengan criterios diferentes a la hora de criar los hijos, pero lo importante es cuando surjan estas diferencias se pongan de acuerdo de forma amable, respetuosa y no en presencia de estos. Lograr el equilibrio y un acuerdo entre los padres es una forma de generar estabilidad en el menor.

Un error común es que la figura de autoridad no sea clara, y que uno de los padres sea permisivo mientras otro es muy severo; también es frecuente que los padres se desautoricen uno al otro o se contradigan. Cuando la diferencia de criterios se manifiesta de esta manera, la misma genera conflictos y confusión en los hijos.

Los padres deben ponerse de acuerdo en las reglas y consecuencias al incumplimiento de las misma, de tal forma que ambos respondan al unísono.

Consejos para tener y proyectar una estabilidad en la díada parental:

Siempre hablar bien del otro progenitor. Aún los defectos más sobresalientes se ventilen en privado, no frente al niño.

Respetar la autoridad del otro y no contradecir abiertamente. Si surgen diferencia reunirse los padres en privado para llegar a un acuerdo y nunca discutir delante de los hijos.

Evitar usar al niño como su paño de lágrimas, así como contarle intimidades de la relación, pues en la mayoría de los casos, debido a su edad, se les hace difícil comprender temáticas que van más allá de lo que pueden discernir.

Un consejo práctico, es que los progenitores hagan juntos una lista de valores que quieren trabajar con sus hijos. Teniendo esta lista de valores, será más fácil evitar el llevarse la contraria y facilitará el estar de acuerdo delante de los hijos.

Lo más importante es que si bien cada uno tiene una forma de ver las cosas, hay que llegar a acuerdos, tomar decisiones conjuntas y nunca perder de vista los ideales y valores con los que se quieren formar a los hijos.


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