EE.UU.-El objetivo de cualquier tratamiento frente al cáncer, ya sea la quimioterapia, la radioterapia o la inmunoterapia, es destruir las células tumorales. Un objetivo que, paradójicamente, puede tener un efecto contraproducente. Y es que en algunos tipos de cáncer, la eliminación por el organismo de las células cancerígenas moribundas o, directamente, muertas, acaba promoviendo el crecimiento del tumor. Y de una forma mucho más rápida. Así sucede, cuando menos, en el cáncer de próstata metastásico, en el que el tumor ha migrado para colonizar otros órganos. Entonces, ¿qué se puede hacer? ¿Debe dejar de combatirse un tumor que, de todas formas, acabará progresando? Pues, lógicamente, no.
Pero lo que sí hay que hacer es evitar que la limpieza natural por el organismo sirva de combustible para la proliferación tumoral. Y ahora, investigadores de la Universidad de Michigan en Ann Arbor (EE.UU.) podrían haber encontrado la clave para lograrlo.
Como explica Hernán Roca, director de esta investigación publicada en la revista «Journal of Clinical Investigation», «los hallazgos de nuestro estudio pueden abrir la puerta al desarrollo de fármacos que, permitiendo la eliminación por el organismo de las células moribundas, bloqueen esta dañina aceleración del crecimiento del tumor».
Limpieza celular
La ‘eferocitosis’, esto es, la eliminación por el organismo de los desechos celulares, es un proceso natural y absolutamente vital común tanto a las personas sanas como a los pacientes de cáncer. Un proceso que llevan a cabo los macrófagos, células inmunes responsables de eliminar, mediante la ‘fagocitosis’, a los ‘cuerpos extraños’, ya sean externos –como los virus y bacterias– o internos –como una célula cancerígena o una célula moribunda–. Sin embargo, y como sucede en el cáncer de próstata metastásico, este proceso de limpieza puede acabar resultando ciertamente peligroso.
En el estudio, llevado a cabo con cultivos de células de cáncer de próstata metastásico, los autores observaron que la eferocitosis se acompañaba de la producción de una proteína proinflamatoria que, denominada ‘CXCL5’, no es liberada durante los procesos de limpieza que se llevan a cabo en situaciones ‘sanas’. Y lo que es más importante, constataron que esta CXCL5 estimulaba el crecimiento tumoral.
La proliferación celular incontrolada se encuentra acompañada de la muerte de un significativo número de células que deben ser eliminadas
Posteriormente, los autores utilizaron un modelo animal –ratones– con tumores óseos e indujeron la muerte celular de sus células cancerígenas. Y lo que vieron que esta muerte celular no solo se asoció a un incremento de la producción de CXCL5, sino también con una aceleración del crecimiento de los tumores. Sin embargo, y una vez la proteína CXCL5 fue inhibida, la progresión de los tumores se vio interrumpida.
Finalmente, los autores tomaron muestras de sangre de pacientes con cáncer de próstata metastásico. Y en este caso, los resultados mostraron que los pacientes presentaban unos niveles de CXCL5 no solo muy superiores a los de las personas sanas, sino también a los de aquellos con cáncer de próstata localizado –es decir, en el que tumor aún no se ha expandido a otros órganos.
En definitiva, y cuando menos en el cáncer de próstata metastásico, quizás no sea suficiente con destruir las células cancerígenas y se requiera la administración de tratamientos que eviten que los tumores se aprovechen de los ‘productos’ liberados durante la limpieza celular.
Como refiere Hernán Roca, «cuando tiene lugar un cáncer, la proliferación celular incontrolada se encuentra acompañada de una cantidad elevada, o significativa, de muerte celular, y estas células muertas deben ser eliminadas. Así, el reto que se plantea es hallar la manera de tratar a estos pacientes para evitar esta respuesta proinflamatoria que promueve el crecimiento tumoral mientras se conserva el proceso esencial de eliminación celular».
En este contexto, debe tenerse en cuenta que las metástasis del cáncer de próstata se localizan frecuentemente en los huesos, y que cuando el tumor ha alcanzado el tejido óseo ya resulta totalmente incurable. Así, y dado que los huesos son un reservorio rico en macrófagos, los hallazgos del nuevo estudio podrían abrir la puerta al desarrollo de nuevas terapias más eficaces frente al cáncer.