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Tener fe y confianza para el cambio


Por: Hugo Sánchez

La opinión de este servidor quien les escribe, les quiere dejar es ese aliento, esa imagen de cómo podemos nosotros mantener en nuestra mente y corazón ideas positivas que nos motiven a seguir adelante a pesar de las dificultades que podamos tener y encontrar en el camino. Es esa fuerza que tenemos de levantarnos cada día agradeciendo a nuestro Creador, por sentir el calor en nuestro rostro, el poder bendecir a nuestros hijos cada mañana, y decirnos SI PODEMOS.

La mayoría de las personas tenemos la seguridad, que la fe y la esperanza son virtudes esenciales, y muchos estarán recordando el refrán que dice la fe y la esperanza son las ultimas que se pierden, y yo creo en eso, sobre todo cuando con esos dones nos mantenemos unidos en  familia, eso es importante, ustedes dirán, en la familias hay diferencias entre sus miembros, si; cada quien vela por sus propios intereses; también, pero y como valor de familia existe algo que siempre estará, que lo aprendemos para ponerlo en práctica con nosotros y con quienes nos rodean, esto es el respeto y la confianza, bases para las relaciones.

Al perderse la confianza, el respeto entre los miembros de la familia; las bases se socaban, hay un debilitamiento y eso puede desencadenar en la falta de fe. Observamos como en algunas familias este tipo de acciones hacen que entre sus miembros existan fricciones, el resultado; la separación, la distancia, la no comunicación efectiva.

Es importante que busquemos la manera de lograr limpiar, sanar, porque nuestras relaciones son un vehículo para el crecimiento, la familia unida es fuerte, el apoyo familiar es sinónimo de acompañamiento, de alegría, de juntos dar soluciones a los inconvenientes y poder salir entre todos de ese momento, para celebrar cada éxito.

“Jesús” nos dice, que la terquedad nos impide tener sanas relaciones. La terquedad es obstinación, es el empecinamiento en la opinión propia. La gran mayoría de nosotros somos conscientes que hemos sido o somos tercos en algún grado. Pero no es suficiente reconocer este defecto, necesitamos tomar medidas para eliminarlo de nuestra personalidad en el mayor porcentaje que podamos. Cuando la terquedad es irracional y mal encausada, trae consecuencias terribles para la persona y puede que para la familia también.

Muchas veces, nos toca perder por no aceptar que otros tienen razón, o que nosotros deberíamos cambiar de actitud.

Desde la educación primaria en los salones de clases, nuestros maestros, nos decían que la familia es el núcleo de una sociedad, que somos parte de un todo, nuestra familia no es sólo Papa, mama, hermanos, tíos, sobrinos, abuelos, etc. Nuestra familia está también en las calles y avenidas de nuestras ciudades, de nuestros estados, de nuestro país, es por ello que como venezolano; y lo manifiesto con el corazón en mis manos, quienes estamos fuera por las circunstancias obvias sufrimos, lloramos, nos preocupamos. En estos momentos estamos atravesando la peor crisis que Venezuela haya enfrentado, una situación penosa porque millones de compatriotas se encuentran en la calle soportando la más cruel represión, a pesar de ello no renunciamos a querer y tener un país libre.

Nosotros, los creyentes en Dios, afirmamos que “Dios nos hizo y somos suyos, somos su pueblo y ovejas que Él apacienta.” Ese Dios que nos creó, nos ha regalado además de la existencia, la libertad.

Dios nos regaló la libertad a sabiendas de que somos lentos en el aprendizaje y de que con ella corremos el riesgo de abusar de ese precioso don. Libertad que se encuentra en peligro por esa terquedad, que hace referencia una gran parte de la población venezolana, hoy en día tenemos liderazgos que no saben qué hacer, llamando a cierres de calles, marchas, etc,etc,etc, la oposición venezolana programando una serie de eventos para demostrar la dictadura y tiranía que se vive en Venezuela, por otro lado el gobierno manifiesta que todo lo que acontece es producto del capitalismo, de la intervención de otros países, de terrorismo que lo único que quieren es sacar por la fuerza a un gobierno legítimo, en fin, la realidad es que se vive una anarquía total, que ha dejado más de 100 muertos, miles de heridos y detenidos.

La gran familia, se encuentra dividida desde hace varios, por una ideología que ha dejado destrucción a su paso, este socialismo del siglo 21, lo que dejo en Venezuela es lo que hoy acontece en este país, uno de los más ricos, no por sus recursos naturales, el recurso más importante que tiene toda nación es su pueblo, son sus ciudadanos, es la familia, al observar los eventos que han ocurrido a más de 100 días de constantes protestas, el asalto a la sede de la Asamblea Nacional, con los resultados ya conocidos, que continua la falta de alimentos, de medicinas, la inseguridad es cada vez más aguda, estamos frente a episodios de una película que no se sabe cuál será el desenlace, mientras todo un pueblo que quiere vivir en LIBERTAD, se mantiene en la calle como escuderos, recibiendo el más cruel ensañamiento que se haya podido conocer, y otros quienes frente a Iglesias, plazas, hacen oraciones y piden al Altísimo Paz, y que todo cese por el bien de una República.

Existe una realidad evidente, que está en las calles venezolanas, jóvenes, mujeres, adultos, profesionales, abuelos, abuelas, sacerdotes, religiosas, en fin quienes una mayoría que desean y quieren tener un mejor país, más del 85 % de la población  tienen la Fe y la confianza en el cambio que debe existir para hacer de Venezuela ese ejemplo de trabajo, ejemplo de salir adelante, de replantear metas y lograr objetivos comunes y no particulares, es momento de mantener la Fe, y afianzar la confianza en lograr un nuevo rostro que permita la sanación, la curación de una población que grita esperanza, eso se logra estando unidos, que los países latinoamericanos tomen como ejemplo lo que ocurre cuando gente con ideas comunista, llegan al poder, al pueblo no se le debe regalar nada, se le debe dar trabajo, educación, condiciones que le permitan progresar, a los pueblos se les debe enseñar a pescar y no a darles el pez, porque si se continua con esa práctica de dar tendremos poblaciones enteras, haraganas, una juventud que no velara por el desarrollo de su país y de sus familias.

Debemos saber elegir conscientemente a quienes pueden dirigir los destinos, políticos, económicos, y sociales, hacerlo con la FE y la CONFIANZA en que los cambios se producen cuando todos nos unimos, a pesar de las diferencias que podamos tener, debemos unir nuestros esfuerzos en no dejarnos engañar, en tomar decisiones que nos permitan, lograr lo que tanto anhelamos, es de lograr ese abrazo fraterno donde todos podamos construir las bases de un nueva familia , de un nuevo país,  nos permitamos que nos sigan engañando, debemos tomar el rumbo como ciudadanos y cuando llegue el momento de un nuevo destino político, social, económico, velar porque quienes estén dirigiendo sean buenos gerentes.


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