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27 de febrero: entre patria, rebú y rendición de cuentas


Por: Wenzel Musset Lorenzo

El 27 de febrero es un día de mucho significado para los dominicanos, por ser el día de nuestra independencia, la bandera tricolor hace gala en los balcones de muchos dominicanos, se realizan diversos actos solemnes, se toma como un día de descanso para la recreación con la familia y meditar en la obra titánica de nuestros padres de la patria que después de muchas luchas y dificultades, su esfuerzo dio frutos el 27 de febrero de 1844 y nos liberamos del yugo haitiano.

Haití se encuentra en una crisis política, económica y sanitaria.  Se hace necesario recordar la actitud que tuvieron nuestros padres fundadores con ese pueblo, una actitud de cooperación (ya que muchos nacionales haitianos en contra del régimen de Boyer participaron en la gesta patriótica) respetando los límites fronterizos.

República Dominicana no puede cargar con los problemas de Haití, ni con las parturientas, ni con los ilegales y tampoco servir de refugio por la crisis política que se vive en esa nación. Toda nuestra colaboración debe ser a la mayor distancia posible, lamentablemente hemos tenido una racha de autoridades flojas que por negocio o evitar presión internacional, no han podido aplicar con el rigor necesario las leyes migratorias. Más que nunca se necesita mano dura, ya que la crisis política puede servirles de excusa para aumentar su traslado a este lado de la frontera.

Por otro lado, en honor a nuestros fundadores, los dominicanos hemos tomado el 27 de febrero para hacer grandes manifestaciones políticas y sociales, cómo se vio el año pasado con el trabucazo 2020, la protesta en contra de la cancelación de las elecciones municipales de ese mismo año, protesta qué la gran mayoría de los que asistió se la tomó de corazón y otros que en ese tiempo eran oposición, la tomaron cómo forma de asegurar su puesto en el gobierno que las encuestas daban cómo próximo ganador.

Este año el diputado Pedro Botello del Partido Reformista Social Cristiano

(PRSC) convocó una manifestación para ese día, exigiendo la liberación del 30% de las AFP, así mismo, el grupo patriótico Antigua Orden Dominicana (AOD) convocó una marcha en honor a la patria y en contra de la mano floja de las autoridades con relación al pueblo haitiano.

Otros grupos e individuos han decidido sumarse y todos tienen motivos válidos para manifestarse, pero no falta quien quiera desvirtuar una manifestación con violencia, siempre hay alguien que cómo dice el buen dominicano para referirse a un lío, intenta armar un “rebú” y dañar el momento, ya sea por amor al caos o revueltas pagadas con intereses políticos y económicos. Dios mediante no sucederá nada, pero todo apunta a que se infiltraran personas con intereses de por medio, incluso algunos funcionarios han mostrado preocupación por el tema

Este 27 de febrero también será la primera rendición de cuentas de Luis Abinader en su calidad de primer mandatario, aunque no tiene el impacto que debería tener por su sobreexposición en los medios, sus alocuciones mensuales, problemas debido en parte a la gestión de varios de sus funcionarios y eventualidades que no puede controlar cómo la pandemia del covid-19, sigue siendo un momento importante para su carrera presidencial y muchos estaremos atentos.

Luis Abinader tiene un estilo diferente al de sus antecesores, ejemplo de esto el 16 de agosto en su discurso de toma de posesión.

Un discurso más corto, más simple, carente de referencias literarias o las destrezas discursivas del extinto presidente Joaquín Balaguer, pero contundente en cuanto a sus intenciones de eliminar la corrupción, qué hasta ahora es lo único notable que ha hecho.

Siendo honestos, por el momento, Luis Abinader muestra más voluntad política y personal de eliminar la corrupción que sus antecesores. Lo anterior y su ahorro en el gasto público son sus fuertes y en lo que debería enfocarse en tan importante discurso.

Lamentablemente para Luis Abinader, cómo indica el artículo 114 de nuestra constitución, el discurso no solo se trata de combate a la corrupción y el ahorro en el gasto público. ¿Será que nuestro presidente para explicar las otras partes de su discurso en las que su gobierno se muestra ineficiente, dirá algunas palabras bonitas pero confusas qué al final no llegan a nada cómo lo hacía Leonel Fernández?, ¿tomará

un poco del estilo de Danilo Medina y dirá algunos cuentos en vez de cuentas para decirnos que el país está a un paso de parecerse a suiza, aunque la mayoría diga lo contrario?

Por el momento es un misterio, habrá que preguntarles a las bases de su partido, a los choferes y ciudadanos que sufren los precios de los combustibles, a las familias que no pueden comprar pan, que tan cierto es el discurso del presidente después de que lo termine. Queda esperar el 27 de febrero a ver si ese día entre el sentimiento patriótico y el posible rebú que se puede armar en la plaza de la bandera, el presidente dirá algo novedoso o acercado a la realidad en su rendición de cuentas.


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