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La Tasa de Mortalidad del Covid


Por: Julián Padilla

Hay un concepto que habla de la correlación de variables y la causalidad. Que una cosa trae la otra. Que hay una causa y un efecto. Por ejemplo es natural que mientras se producen más accidentes automovilísticos, mas personas son hospitalizadas y más personas fallecen. Pero también más médicos traumatólogos se necesitan.

Usted puede pensar en múltiples variables y relaciones. Por ejemplo mientras más impunidad, mas criminalidad y mas corrupción administrativa. Mientras más rating tiene un anuncio mas se vende el producto o mas se desacredita si no tiene calidad. Y así por el estilo.

En el caso de que se tomen medidas serias para controla el transito que puede implicar una multiplicidad de acciones detectivas, correctivas y preventivas y que se logre una importante educación ciudadana, es muy probable que se reduzcan los accidentes de tránsito y con su reducción, la disminución de lesiones que requieran hospitalización o del deceso de personas por los mismos.

Estas correlaciones son directamente proporcionales. Si hay menos accidentes, hay menos lesionados y menos hospitalizados y viceversa. Si hay menos rating hay menos ventas. Si hay menos impunidad hay menos corruptos.

En el caso del Covid se da una situación particular e inversa en función de la mortalidad y tiene que ver con la población de un país, con el costo, disponibilidad y numero de pruebas que puedan hacerse y lógicamente con la disciplina y comportamiento social de los habitantes.

Los síntomas del covid son conocidos y múltiples, pero cuando comienza la dificultad respiratoria sugiere que se piense en la hospitalización de la persona, aun sin haberse hecho la prueba del covid. Podría tratarse de cualquier otra dolencia que pueda arriesgar la vida de las personas.

Por la misma naturaleza de este virus, y las experiencias que reportan los países creadores y beneficiarios del mismo, su velocidad de transmisión es altísima.

Sin embargo desde el principio se dijo que la mayoría se contagia y ni síntomas presenta y la gente piensa que era una simple gripe o resfriado. Por eso un porcentaje realmente presenta síntomas que pueden ser tratados en la casa, luego de haberse hecho la prueba y resultado positivo y otros también positivos requieren internamiento.

Los que se quedan en casa, lo hacen no porque con ello se cura la enfermedad, sino porque con su aislamiento, se evita contagiar a más personas y muy probablemente la persona en las próximas semanas supere el virus con muypocos síntomas en un gran porcentaje. La gran mayoría no requieren ni tratamiento médico. Eso dice el manual del fabricante.

Al ser la velocidad y forma de contagio tan alta y múltiple, el número que se contagia crece muy rápidamente, por eso la cuarentena y el aislamiento es la primera medida preventiva, para evitar el colapso sanitario y gestionar adecuadamente el riesgo de colapso hospitalario.

Pues a mediano y largo plazo la inmensa mayoría se contagiaría eventualmente. Algunos por eso dicen la máxima: aprender a vivir con el virus, que consuelo.

Un número de personas infectadas y hospitalizadas pasan a cuidados intensivos, pues presentan múltiples síntomas que comprometen su vida. De ahí que un porcentaje importante de los que van a cuidados intensivos que deben ser entubados fallecen.

Como vemos parece la teoría del embudo. Entra mucha gente contagiada y salen muy pocos fallecidos. Y siendo la velocidad de contagio muy superior, y el número de fallecidos muy inferior en comparación con los casos confirmados positivos, entonces, no se verifica el crecimiento proporcional de la tasa de mortalidad, sino un fenómeno inverso. Mucho mas positivos, igual o menos muertos diarios, baja la tasa de letalidad.

El cálculo es simple, divida el número de fallecidos entre el número de contagiados. Por eso a mayor pruebas muchísimo más contagiados pero muy pocos fallecidos. Aumenta el numerador más que proporcionalmente lo hace el denominador. El resultado de la ecuación es una tendencia a la baja del coeficiente (siempre una fracción) de la mortalidad.

Mientras más pruebas se hacen, más positivos salen, mas personas pasan a cuidados intensivos, mas personas mueren, pero el número de fallecidos crece muy poco en relación al número de nuevos casos positivos confirmados.

Tal vez la relación en la que debería buscarse la proporcionalidad para medir la eficiencia hospitalaria debería verse en el número de pacientes que entran a Cuidados Intensivos, cuantos necesitan ser entubados y de estos cuantos mueren o son tan bien tratados que logran ser recuperados.

De estos casos solo se habla de las ¨grandes personalidades¨, parece que hay una diferencia entre un ser humano tipo arrancao de otro tipo bolsillo lleno. A propósito cuando una figura pública sale positivo lo obligan a publicarlo en la prensa. Pero cuando lo hace un hijo de machepa no lo sabe ni el vecino.

Hablar de que la tasa de mortalidad decrecerá no debe verse como un indicativo de eficiencia hospitalaria ni de la gestión de Salud Publica. Me refiero a la tasa que se publica diariamente en los boletines. Pues se trata de una relación matemáticamente lógica y una consecuencia de una realidad de la misma pandemia que escapa a las ejecutorias humanas excelencia de los procesos hospitalarios. Eso así es politiquería barata.

Las únicas acciones que puede salud pública hacer, es influir en la gente para que se respete el distanciamiento y la higiene. Y con ello mitigar el riesgo del colapso del sistema hospitalario. Lucha que continuara todavía en el año 2021 aunque toque a nuevas autoridades realizar.Y mostrar su eficiencia operativa, en los casos entubados que logran recuperarse.

Por estas realidades estadísticas y comunicativas, conviene que Salud Publica tenga a mano las evidencias de las pruebas realizadas para asegurarnos de las personas detectadas como positivas al covid. Así como los datos de las personas internadas, aisladas, tratadas en cuidados intensivos, recuperadas y fallecidas.

No puede ser un misterio para la población el saber que su vecino esta contagiado con el coronavirus.

Por otro lado, para salvaguardar la institucionalidad del Ministerio de Salud Pública, conviene la realización de una auditoria al proceso de manejo de la crisis sanitaria, para confirmar si los datos que se ofrecen se corresponden con la realidad según datos validados y obtenidos y que no se manipulan informaciones para fines políticos.

 


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